Llueve.

Existe un lugar, entre el tiempo y el azahar,
donde las mariposas vuelan,
el amor fluye y no existe la condena.
Donde las aves levantan vuelo sin temor,
la fiera indómita frío, calor.
Las plantas y su verde color,
donde el hombre libre pueda tocar el tambor.

Desde un rincon inverbe señala su furia,
porque esta atado, y aterrado, y porque casi olvidado,
se supura en las aguas de suburbia.
Babilonia lanza sus redes,
los billetes flotan, las monedas se hunden.
Ese dia va a llegar, quienes daño hicieron, daño recibiran,
se acabo el mar, el viento, la tierra y el cielo
para quienes nunca lo supieron apreciar.

Castiga con rayos el celestial señor,
nubes sólo son esponjas, de desequilibrio y desamor.
Muere en el jardin del noble y florece en el del pastor.
Ya no quedan poetas, ya no quedan.
No quedan sueños, ni sonrisas, ni amores, ni placeres.
Ángeles y demonios, luna y sol, dia y noche, luz y sombra. Inicio. Fin.